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En Bogotá existe una fundación que ayuda a que personas que han perdido alguna extremidad puedan imprimir sus prótesis a bajo costo.
De vez en cuando, a personas de todo el mundo, tanto niños como adultos, les encanta vestirse e imaginar que son superhéroes. Puede ser en un fin de semana en el parque de atracciones o Six flags; o pidiendo dulces, casa por casa, en Halloween; o incluso mirándose en el espejo del baño, levantando el pecho con una toalla amarrada al cuello —que simula una capa—, con el puño arriba y diciendo: ¡Voy a salvar este día!
Pero a veces olvidamos que hay héroes de la vida real, que caminan entre nosotros, y que no siempre usan capas o máscaras. Están tras bambalinas, peleando silenciosamente contra las injusticias, en lugar de luchar contra villanos, sobre los techos, con la ciudad de fondo.
Son personas anónimas, que solo buscan la manera de usar su talento y pasión para hacer la diferencia en su vida, y en la de otros.
En Bogotá, la capital de Colombia, hay una persona así: Philippe Parmentier, un francés radicado en el país, quien creó la Fundación Materialización 3D (M3D), en la que se crean prótesis (manos y brazos) para aquellos que los han perdido.
Fundada en el 2014, la fundación pone en contacto a personas, en diferentes partes del país —especialmente a niños que necesitan una prótesis de dedos y manos— con voluntarios que están en la capacidad crear esas prótesis con impresoras 3D.
Los creadores empezaron trabajando con servos (sistemas de movimiento hidráulico) y prótesis eléctricas, pero luego se dieron cuenta de que podían hacer dispositivos más creativos e innovadores, que incorporaran un diseño que alegrara y divirtiera a los niños y…¡Qué mejor que los superhéroes!
Así nació el proyecto HAZLO TÚ MISMO, una iniciativa en la que voluntarios de toda Colombia les enseñan, tanto a los beneficiaros como a sus familiares, cómo utilizar impresoras 3D para que —tal como el nombre del proyecto lo indica — ellos mismos creen las prótesis que necesitan, con el diseño que más les guste.
Las prótesis, además, son hechas con materiales reciclables: almidón de maíz y plástico biodegradable.
Tú puedes ser el héroe
Julián Castillo, un niño bogotano de diez años, ha luchado para hacer las tareas más simples, como amarrarse los cordones de los zapatos o atrapar un balón.
Nació sin los dedos de la mano izquierda, sin ninguna explicación, solo con la respuesta que le daban sus padres, cuando él, con lágrimas en los ojos, les preguntaba por qué: “Dios te hizo especial de esta manera”, le decían.
La familia de Julián no podía costear una prótesis de alta tecnología para su hijo y, de todas formas, también es difícil que este tipo de prótesis se hagan para niños.
Aunque los niños puedan acceder a una prótesis y aprendan a manejar el equipo, crecen demasiado rápido, de modo que la inversión se pierde muy pronto, así que la mayoría aprende a vivir sin poder utilizar una mano, o incluso ambas.
Pero, con el programa HAZLO TÚ MISMO, Julián recibió una prótesis de mano, en blanco y amarillo (sus colores favoritos), con el logo de Batman; y sin que su familia tuviera que pagar ni un solo peso.
Lo mejor es que estas prótesis no son hechas para ser escondidas ni para verse como un repuesto. Todo lo contrario: están diseñadas con colores llamativos, e incluso brillan en la oscuridad.
Por eso a los niños y a las niñas usualmente les encantan sus prótesis de superhéroes, con las que, además, pueden jugar.
Un popular modelo, como el de Iron Man, parece un artefacto de Los Vengadores. Las prótesis de Capitán América y de Deadpool no sugieren una discapacidad. Todo lo contrario: parecen un superpoder.
El diseño rojo y dorado de Iron Man dispara bandas de goma, mientras que el diseño negro de Batman puede tener un reloj escondido y lanzar discos de plástico.
De hecho, algunos amigos que se burlaron de Julián en el pasado, ahora se reúnen alrededor de la prótesis y le piden que por favor se las preste.
Julián ya puede montar en bicicleta y sostener un bate de béisbol. Y espera poder jugar de arquero en su equipo de fútbol.
Sencillas…
HAZLO TÚ MISMO también se ajusta al niño. Los padres tienen la posibilidad de ingresar al sistema las medidas de su hijo, y la herramienta les da un diseño personalizado, que puede ser descargado en la impresora.
“No es mucho más difícil que armar un juego de Lego”, dice Andrés Hurtado, uno de los inventores de las prótesis impresas en 3D, y quien hizo la mano de Julián.
“Entregamos los diseños al dominio público, para que no haya patente y, de esa forma, todo el mundo pueda hacer lo que quiera con ellos”, agregó.
Además, algunas de las piezas pueden ser intercambiadas con un propósito específico: jugar ping-pong, agarrar un tenedor o manejar una bicicleta.
Las manos son ligeras (pesan menos de una libra), pero los dedos se mueven juntos, no de forma separada.
Tampoco funcionan en todos los niños, ya que aquellos que tienen amputaciones de medio brazo usualmente deben ser tratados por expertos en prótesis.
Lo cierto es que “mucha gente ha entregado su tiempo para mejorar el diseño inicial. Me siento bendecido”, agregó Hurtado.
Actualmente, algunos expertos están colaborando con la fundación para mejorar las prótesis de los niños.
Y a bajo costo…
Las prótesis creadas con impresoras 3D tienen otro beneficio: se pueden fabricar a bajo costo.
Y es que un gran número de niños las necesitan: uno de cada 1.000 niños nace sin algunos dedos, y otros los pierden en accidentes durante su infancia.
Cada año, alrededor de 9.000 niños sufren lesiones por accidentes con cortadoras de césped, y de estos 450 son amputados, señala un estudio de pediatría.
El problema es que las prótesis, que ayudan a convivir con cualquier tipo de amputación, son dispositivos médicos muy complejos, que pueden llegar a costar miles de dólares.
En cambio, los materiales para hacer una prótesis con una impresora 3D pueden costar entre 20 y 30 dólares, y los expertos señalan que no solo trabajan igual sino incluso mejor que muchos dispositivos más costosos.
Estas prótesis cuestan incluso 15 dólares, un precio bastante bajo si se tiene en cuenta que ciertas prótesis sofisticadas pueden llegar a costar 15.000 dólares.
Y si a los niños al crecer la pieza se les queda pequeña, esta puede ser reemplazada fácilmente, quizá con la temática de otro superhéroe.
Otra ventaja es que los diseños que ya existen, y los nuevos que se van creando, son compartidos gratuitamente con los demás miembros del grupo, que pueden descargarlos en sus impresoras.
De esta forma, “todo el mundo puede tener una de estas manos, sin importar qué seguro o a qué empresa de salud esté afiliado”, asegura Ana Tolosa, cofundadora de M3D.
“Estar en capacidad de entregar una herramienta tan funcional para cualquiera con pérdida congénita de la mano o de alguna extremidad puede hacerte llorar de la emoción”, cuenta Tolosa.
¡Gracias a los voluntarios!
Este proyecto está financiado parcialmente por donaciones, y funciona gracias a una red de voluntarios, alrededor de Colombia, que tienen impresoras 3D y que enseñan a imprimir estas piezas en tres dimensiones.
Johan García, de 26 años, es uno de ellos. Nació sin su brazo izquierdo y ahora trabaja como voluntario del proyecto.
Él es diseñador gráfico y combina el trabajo en su propio estudio de diseño, Fablab, un laboratorio de fabricación de prótesis, con la ayuda que brinda a las personas que necesitan este tipo de artefactos.
“Esto es bueno para el alma”, dice García, quien asegura que además es “maravilloso saber que la tecnología puede ayudar a conseguir este tipo de cosas”.
“Es una experiencia maravillosa porque estamos tomando fotos de niños que están usando estas prótesis en diferentes lugares de Colombia, haciendo cosas que no podían hacer antes”, dice García sobre el proyecto.
Otro de los beneficiados es Yeisson Villanueva, un niño de siete años que nació sin su brazo izquierdo. Ahora él lleva un prototipo del Capitán América, de colores azul, blanco y rojo.
“Ver a un niño usando una mano de Iron Man, Batman o de la princesa Elsa (El personaje de Frozen) nos llena de orgullo”, dice Julia Bonilla, la mamá de Yeisson.
Julia contó que se enteró sobre el proyecto gracias a que lo vio por televisión, en las noticias. Después, llamó a pedir información, y unos días más tarde viajó con su hijo de Ibagué, la capital del Tolima, a Bogotá.
Yeisson quería un modelo del Capitán América, pero ya se habían agotado, así que obtuvo uno azul y blanco, que dice que le encanta, ya que combina con el uniforme de su colegio.
“Ahora tiene estos colores, y se ve como el nuevo Capitán América”, dice Yeisson, luego de recoger con su prótesis un recipiente que su mamá había creado, precisamente, con impresión 3D.
“Solo hace falta el rojo, pero no importa porque puedo usar algo así”, dice.
Yeisson puede cerrar los dedos de la mano con los movimientos de su muñeca, los cuales halan los cables que hacen de “tendones”. Mueve la muñeca de nuevo y ahora los dedos se abren, listos para conquistar el mundo.
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